Después de contemplar el silencio, María sale de prisa de su agonía y se apresura a dar el paso hacia el olvido, que la aleje de ese hombre egoísta y taciturno que la aprisiona de mil maneras diferentes, a veces con sus ojos negros de intensidad de noche, otras con sus labios apretando besos en lagunas tibias y empapando sueños, más otras con sus manos cálidas de terciopelo sobre la piel desnuda…y sin embargo… cuanto la lastima su inconsistencia y tanto agravio y el espesor de su conciencia que a veces rompe con promesas y palabras que estaban colgadas de un andamio, esperando que la vida a su lado construyera un paraíso y un castillo de ilusiones, pero ese hombre de paso lento hasta el cansancio arrastrando al tiempo ha sido demasiado intenso y le duele hasta los huesos.
Y de pronto las horas se agitaron en la alcoba y la fuerza de los vientos azotó la puerta, lo que la trajo a la conciencia plena de abandonar sin más nostalgia, al hombre dueño de un puñado de promesas inconclusas, que le cuelgan como prendas viejas, de todas sus creencias.
María tomo su maleta llena de sueños trazados, de frutos y de lirios, para llevarlo a otros campos, esperando ver nacer en tierra nueva, una dulce primavera ante sus ojos.
Eileen
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