De tus ojos a mis horas, el tiempo en tus pupilas se acortaba y el espacio crecía entre la noche y mi silencio, bajo lunas agitadas, desnudas y sedientas, en esos cielos negros, como velos sin caricias y estrellas apagadas, de inviernos insolentes que gritan junto al viento y al triste resistir de mis lamentos, que llegan a callar de un sólo golpe, ante el sórdido gemido de tu ausencia, que llora en una esquina y se estremece, de rabia, dolor y desatino, ante el súbito destino de tu alma, morando en los confines del ayer!
Eileen
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